A veces me planteo cuánto me gustaría que pudiésemos capturar los olores, tal y como lo hacemos con las imágenes y el sonido. Me pregunto entonces si nuestro proceso evolutivo nos dotará de habilidades para crear tecnología capaz de reproducir los aromas cotidianos a los que a nuestro olfato atrofiado cuesta ya tanto atender y a nuestra vista evocar.
Puede ser que ocurra algún día, pues la pérdida apela a la búsqueda, como el olvido lo hace a la memoria.